California: Odio fingir.

Cinco meses viviendo en este lugar, hace una semana regresaron los ataques de pánico y las crisis de ansiedad. Esta vez se lo que pasa, llevaba esos mismo cinco meses sin escribir una sola palabra para mí. Dejé de meditar y comer bien, también deje de salir en bicicleta y me lastimé el pie. La tristeza y la preocupación.

Soy muy cuidadosa cuando se trata de escribir, si se trata de mi diario o cualquier otro asunto, la verdad es que me preocupo por no herir sensibilidades, y mi tía, la persona con la que vivo ahora, es de esas personas que gustan de leer cartas o documentos que no son de su incumbencia. Además vivo en su casa, con dos niños en los cuales no confío y necesito cuidar mis palabras.

Durante esos cinco meses he entrado en un remolino de emociones, enfrentándome a esos momentos incómodos conmigo misma. La convivencia diaria con niños me ha hecho casi pensar que no me gustan para nada los niños y que los prefiero cerca a kilometros lejos de mí, quizá solo se trata de mis primos, que son a mi parecer los niños más detestables del universo aunque tienen sus buenos momentos.

Haré un paréntesis para explicar que este mes (septiembre) es un mes en el que según la Khabala debemos limpiar y decir palabras amables, asi que no pretendo insultar a nadie con lo que diré aquí, solo hablaré de mis experiencias más intimas, más profundas, si en ellas se nota mi enojo o frustración espero que no se tome a mal, sino como parte de una situación que se me salió de las manos y con la que he tenido que lidiar.

Después de lo anterior, quiero decir que no me ha sido nada fácil venir a esta casa y ver como caen mis expectativas sobre este país, la manera en que se vive en él y sobre todo lo que vine a hacer aquí. Lo que me duele hasta el fondo de mi corazón porque y misma las construí.

Antes de venir aquí, intenté dejar todo arreglado en México,  deudas, plan de teléfono, contactos de trabajo, familia, casa, planes, dije adiós temporalmente a muchos de ellos: mis talleres sabatinos con los niños, bazares de diseño independiente cada quince dias o cada mes, mi proyecto musical con P., rutas ciclistas con I. Proyectos Freelance con X. y sobre todo pensé que había cerrado para siempre mi relación con E.  Tenía el plan de venir a E.E.U.U. a quitarme en miedo de hablar inglés, saber cómo se vive en otro país, superar mi miedo a atravesar esa pequeña frontera "imaginara" que me llenaba de pánico y qué al venir en el avión hace que casi se me salga el corazón, estaba dispuesta a reconocer y atravesar mi agorafobia. Es decir, estaba dispuesta a travesar muchos miedos, a deshacerme de muchos juicios. Además de venir con la idea de compartir mis talentos y mi firme convicción de "trabajar con mis talentos" y sacarles provecho.

Así que preparé mi estancia por cuatro meses, tenía mi visa y podría estar aquí  hasta 6 meses, mi tía V. vive cerca de L.A. así que todo pintaba para que esos días fueran geniales. Traje conmigo una seguridad en mi misma que pocas veces he vivido. Mi proyecto personal bajo el brazo y mis ideas progresistas, las ganas de andar en bici por toda la ciudad, conocer los rincones de L.A. hasta hacerlos míos. hablar con los jóvenes citadinos e intercambiar ideas para colaboraciones internacionales. Caramba mis expectativas no contaban con la realidad.

Traje una maleta sin muchas cosas, solo pocas prendas y un par de zapatos, eso sí, algunos libros que sabía que momentos de crisis podrían ayudarme. V. me había dicho que no cargara muchas cosas, que una vez estando aquí podría hacerme de muchas más, además de que era muy fácil y con poco dinero.

Otra de mis metas fue, comprar algunas herramientas tecnológicas que me ayudarían con mi trabajo profesional, recuperar mi cámara de fotografías, adquirir un disco duro una computadora y un ipad.
De todos ellos solo la computadora es lo único de los aparatos que no logro llevar a México.

Verdaderamente el viaje pintaba bastante bien, aunque días antes estaba llena de dudas y temores que me paralizaban y al final como cualquier miedo, tenía que atravesar. Llegó el día, llegué a EEUU, el  vuelo fue extraordinario si apunto que viajé al  lado de un aprendiz de pintor al cual le planté un par de besos y tenía nombre de mantra. ¿cómo demonios no iba a emocionarme? pero al aterrizar en "tierra firme" no contaba con lo que sería mi vida en estos cinco meses.

OK. sabía que viviría con una familia de cinco personas: dos adultos, una adolescente, una preadolescente y un niño de seis años. A los cuales no conocía en lo más mínimo. Jamás había vivido con tantas personas al mismo tiempo, en un lugar relativamente pequeño, una casa con tres habitaciones, dos baños, sala, comedor y cocina, todo esto en una sola planta y con muchos muebles. pero si lo pienso mejor cualquier casa con tres niños es un sitio pequeño. Ahora eramos tres adultos y tres niños. La hija mayor dormiría en un cuarto sola, la niña de once y yo compartiríamos habitación, el niño dormiría con sus padres.

Es de pensar que el niño fuera el primero en odiar mi estancia en su casa, obvio, le quité su lugar en su cuarto, aunque también todas sus cosas seguían estando en su habitación, la sola idea de mi estancia en su casa por cuatro meses le producía un odio que no había conocido, él fue mi mayor reto en estos meses, lidiar con un niño violento no es algo que entraba en mis planes, pero lo hice, llenarme de paciencia y buscar respuestas en internet  para solucioar al mal comportamiento del niño hacía mí.

La verdad lo hice todo mal, el niño y su hermana son un desastre, no obedecen reglas, son crueles y pequeños listillos, llenos de ego y yo quiero enseñar a todos a comportarse, así que mi primer instinto fue observar, me percaté del esfuerzo de su madre por criar a tres niños, un esfuerzo que raramente es agradecido, hasta por su esposo. Quise ayudarla con el orden de la casa y su limpieza, al igual que con la comida, me encanta guisar y por eso lo hacía con mucho gusto, para expresar mi agradecimiento, puesto que me daban asilo y comida. Sin embargo, los niños llegaban de la escuela y sin saludar, avantaban sus pertenencias, en dos segudos la casa era un desastre maestro. Jamás había visto esa clase de magia en mi vida. o quizá la olvide de cuando era niña.

La casa no podía estar limpia estando ellos ahí, intenté conminarlos a comer sanamente, dejar de ver disney chanel por seis horas seguidas, ordenar la casa por el gusto de que su madre se sintiera apoyada, pero no, terminé por ser la invitada incomoda y mandona. El niño cada día era peor, los odiaba a todos y todos los días me preguntaba ¿cuándo te vas a México?  cuailquier cosa era buena para que me echara la culpa de su mal comportamiento cuando su mamá lo reprendía. Yo, su prima, era la causa numero uno de su mal humor, aunado a que tiene un problema psicologico, aun no se sabe la causa, de  violencia.

Al menos una vez por semana tiene un lapso de "sueños terroríficos" después de la media noche, se levanta gritando y teniendo pesadillas horribles, una vez soñó que su papá lo mataba y lo convertía en bicho, pero como su mamá era quien lo amaba más entonces ella decidía quedarse con él. A veces recuerda los sueños y otras no. Es un niño nervioso, desconfiado y violento, algunas de sus frases díarias son: "odio mi vida", "odio a todos" "desearía que no fueras mi mamá" "papá por qué te casaste con mi mamá" "Te odio". Llora todos los días ya sea porque no quiere levantarse para ir a la escuela, no quiere desayunar, comer o cenar, no quiere hacer tarea, no quiere recoger lo que tiro, no quiere bañarse, no quiere nada más que ver la televisión, llora cuando algo se pierde y piensa que alguien de los que vivimos en su casa lo robó.

Además de pedir atención con violencia, si quiere estar cerca de ti, o molestarte por tu existencia en ti vida, no sabes si es bueno o malo, el se acercará a ti y de golpeará, pasará frente a ti y pateará cualquier cosa que sea tuya frente a  tus narices. Así eran todos mis días.

Al principio intenté adaptarme, pero no podía, había perdido mis casillas, su madre tampoco de reprendería y yo no podía gritarle porque no era mi papel, aunque sí lo hice en dos ocasiones, donde dije basta. Esas veces me sentí liberada y culpable. Pero cuando estaba a cargo de su cuidado logramos buenas relaciones, así que me di cuenta que el problema de nuestra relación no eramos él y yo sino sus padres y el contexto entre nosotros. Yo jamás le pedí una disculpa por quitarle su lugar en su cuarto y meterme en su vida sin su permiso. Sus papás jamás se lo explicaron y él terminó por odiarme.

Sé muy bien que los niños de seis años pueden a ser concientes de sus actos, buenos y malos, también fui niña. Así que  puedo decir que este niño sabía perfetamente lo que decía. Un día cuando fuimos a desayunar a un buffet, mientras hablaba con sus padres y los nombres que ponen a los hijos, mis tios  se burlaron del nombre que me gustaba "Luciano" así que yo dije que si ellos habían puesto nombres a sus hijos solo por que les gustaban  no veía la razón de burlarse del que yo elegiría en caso de tener un hijo. Así que el niño solo me miró y dijo sin ningún sentido "vete a tu país, tu nunca pertenecerás a esta familia". Sus papás lo miraron y jamás pidieron que se disculpara o que al menos pensara en las cosas que decía.

Así que pensé, si unos padres no reprenden a un niño por ese tipo de comentarios, y no hacen ninguna llamada de atención es por que ellos también están de acuerdo, o porque ellos lo dijeron y el niño lo repitió. Al final mi enojo ya no era con el niño sino con los papás. Recuerdo que ese día, me sentí enojada y no quise decir nada al respecto, nadie comentó más sobre el tema, hasta ahora.

Cosas parecidas han pasado estos cinco meses,  el día de mi cumpleaños, el cual ya había anunciado y puesto en el calendario, nadie me felicitó, le pedí a mi tía que me acompañara a comprar mi cámara, pues ya había ahorrado lo suficiente, ese sería mi autoregalo. Pero estaban los niños de vacaciones, así que teníamos que ir los cinco a comprarla, los niños se encargaron de hacer un gran drama porque no querían salir de la casa y menos si se trataba de ir a hacer algo que me beneficiara, podría decirse que soy una paranoica, lo llegué a pensar también, pero mi sexto sentido y vivir con ellos, me da la certeza para  saber que ellos saben perfectamente cómo hacer sentir mal a alguna persona. Así que decidí salir de la casa sin ellos y pasar mi cumpleaños sin ellos, sola en un país que no era el mío.  Le dije a mi tía que no se preocupara que yo iría sola. Tome mis cosas y salí caminando, ese día sentí una gran libertad, al final yo tampoco quería gastar el día de mi cumpleaños con ellos. Los quería lejos de mí.

Días después mi tía me dijo que ella me quería llevar a comer y que me fue a buscar. Pero no me encontró, eso me dio mucho gusto. No quería tenerlos cerca. No podría haberlos tenido cerca. Ese día, salí y pasé una hora debajo del sol mientras pasaba el camión a mi librería favorita, ya era un poco tarde para irme a L.A. tampoco quería preocupar a mi tía. así que llegué a la librería y me pasé lo que restaba del día leyendo libros de poesía y comprando libretas y tarjetas de felicitación para mi misma.

Ese día al regresar, mientras esperaba en la parada del autobus, lloré, no podía imaginarme estar así en mi cumpleaños, tan enojada. mientras mis amigos me escribían mensajes de felicitación en mi muro de FaceBook. deseándome un gran cumpleaños en un país distinto al mío. Era todo tan distinto. Ese día tampoco le dije a nadie, lo mal que la pasé, mi mamá y mi abuela me llamaron para felicitarme y fingí estar bien y haberla pasado de maravilla. odio fingir.

























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