En la palma de mi mano

Un niño,
su casa es un vaso al lado de mi cama
lo desperté e inclinada le dí los buenos días,
me llamó mamá
me volví infinita.

Capaz de hablar al primer día una leyenda
demostró su espíritu unido
al universo antiguo,
a sus vidas pasadas.

Era hijo mío...
sin nombre que limite su existencia,
fuí suya al besar mi rostro,
impasible,
confiado en mi mano
mi guardián.

Comentarios

  1. Tus versos invitan a la reflexión, por eso me voy de este blog y me llevo algo... En definitiva, creo que eso es lo más importante de esta costumbre de compartir lo que uno escribe.

    Por supuesto, aprovecho la oportunidad para invitarte a visitar mi espacio.

    Un beso,

    Pablo

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  2. precioso...si, esa es la magia de ser padre....felicitaciones...te leo

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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