En la palma de mi mano
Un niño,
su casa es un vaso al lado de mi cama
lo desperté e inclinada le dí los buenos días,
me llamó mamá
me volví infinita.
Capaz de hablar al primer día una leyenda
demostró su espíritu unido
al universo antiguo,
a sus vidas pasadas.
Era hijo mío...
sin nombre que limite su existencia,
fuí suya al besar mi rostro,
impasible,
confiado en mi mano
mi guardián.
su casa es un vaso al lado de mi cama
lo desperté e inclinada le dí los buenos días,
me llamó mamá
me volví infinita.
Capaz de hablar al primer día una leyenda
demostró su espíritu unido
al universo antiguo,
a sus vidas pasadas.
Era hijo mío...
sin nombre que limite su existencia,
fuí suya al besar mi rostro,
impasible,
confiado en mi mano
mi guardián.
Tus versos invitan a la reflexión, por eso me voy de este blog y me llevo algo... En definitiva, creo que eso es lo más importante de esta costumbre de compartir lo que uno escribe.
ResponderEliminarPor supuesto, aprovecho la oportunidad para invitarte a visitar mi espacio.
Un beso,
Pablo
precioso...si, esa es la magia de ser padre....felicitaciones...te leo
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